miércoles, 5 de agosto de 2009
lunes, 3 de agosto de 2009
¿Tiene sentido gozarse en las debilidades?
Existen muchas enseñanzas en la Biblia
que torpedean la lógica humana.
Gozarse en las debilidades
va contra la lógica humana.
Nos gloriamos con facilidad
en nuestros dones naturales.
¿Acaso no es agradable decir:
¡Soy genial!,
o ¡qué inteligente soy!,
o ¡qué creativo soy!?
Gloriarse en sí mismo
no va contra la lógica humana.
Nos gloriamos con facilidad
en la carne.
Por ejemplo:
en lo que poseemos,
en lo que hemos logrado en la vida
con nuestras fuerzas.
Gloriarse en sí mismo infla al corazón humano.
Gloriarse en sí mismo
puede exaltar desmedidamente.
Gloriarse en sí mismo produce soberbia y orgullo.
No olvidemos que Dios resiste a los soberbios
y da gracia a los humildes (Santiago 4:6).
Ya conocemos el caso de Daniel y del rey Nabucodonosor, en Babilonia.
Yo conozco mis debilidades.
Aún no he aprendido
a gloriarme en ellas.
Humanamente puedo argumentar:
¿Cómo voy a gloriarme de algo que me causa dolor?
¿Cómo voy a gozarme en algo que me hace sufrir?
¿Cómo voy a exaltarme en algo que me ha costado tantas lágrimas?
En realidad rechazo mis debilidades.
No las quiero tener.
Mis debilidades me estorban.
Mis debilidades son como sucio en mis ojos.
Ellas me hacen sentir pequeño, débil, frágil, ciego...
En mis debilidades me siento indefenso, desprotegido.
En mis debilidades soy fácil de herir.
Por eso las escondo.
Me avergüenzo de ellas.
No hablo con facilidad sobre ellas.
Menos aún me glorío en ellas.
Por eso me molesta mucho
que la Palabra de Dios me invite
a gloriarme en mis debilidades.
Para mí es algo desagradable
gloriarme en mis debilidades.
Pero es la Palabra de Dios,
del Santo de Israel,
la que me invita a gloriarme en mis debilidades.
La Palabra de Dios me invita
a gozarme en mis debilidades,
a alegrarme de ellas,
a sentirme bien en ellas y con ellas,
y no a odiarlas.
Si esa invitación me molesta,
es porque no he entendido
lo que significa gloriarse en las debilidades.
Tiene que ser que aún no he captado en sentido
de esa enseñanza de Pablo.
De algo estoy totalmente convencido:
Dios no quitará de mí mis debilidades.
Pues he orado durante décadas
para que Dios arranque de mi existencia
mis debilidades.
Hasta ahora sin respuesta.
No veo ninguna intención de Dios
de librarme de mis debilidades.
Así que he optado por buscar el sentido
de la enseñanza de Pablo acerca de las debilidades.
La segunda carta de Pablo a los corintios dice
que "El poder de Dios se perfecciona en la debilidad"
(2Co.12:9).
Dios, el Santo de Israel, necesita mis debilidades
para perfeccionar su poder en mí.
Es esta la razón por la cual Dios
no retirará mis debilidades de mi existencia.
Ahora necesito entender lo que significa:
"El poder de Dios se perfecciona en la debilidad".
2Co.12:9 lo explica: "De buena gana me gloriaré
más bien en mis debilidades,
para que repose el poder de Cristo sobre mí".
O sea, Dios perfecciona su poder en mí
cuando el poder de Cristo reposa sobre mí.
Ustedes me dirán:
¿no has llegado muy lejos?.
Aún seguimos sin entender.
Ahora explica lo que significa
"para que el poder de Cristo repose sobre mí".
Lo importante aquí es entender lo que significa "el poder de Cristo".
2Co.12:10 lo explica:
"Por amor a Cristo me gozo en las debilidades,
en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias;
porque cuando soy débil, entonces soy fuerte".
Sinónimo de debilidades en 2Co.12:10 son:
afrentas, necesidades, persecuciones, angustias.
Sentirme gozoso cuando tengo afrentas,
o cuando padezco necesidades,
o cuando padezco persecuciones,
o cuando padezco angustias,
me hace fuerte.
Y esa fortaleza es lo que significa "el poder de Cristo".
El poder de Cristo
es la fortaleza que siento
cuando me gozo en las debilidades.
En otras palabras:
En mis debilidades soy débil en la carne.
Esto no lo puedo negar.
Pero el gozo en mis debilidades
me hace fuerte.
Dios perfecciona su poder en mí
a través del proceso
de aprender a gloriarme en mis debilidades.
También puedo decir:
El poder de Cristo reposa sobre mí
cuando he aprendido a gozarme en mis debilidades.
Dios perfecciona su poder en mí
a través de la fortaleza que siento
cuando me gozo en mis debilidades.
Está claro que el poder de Cristo
se refiere a la actitud de Cristo
frente a las afrentas,
o a la forma como Cristo se comportaba
cuando padecía necesidades,
o a la forma como Cristo respondía
cuando sufría persecuciones,
o a la forma como Cristo se comportaba
cuando padecía angustia.
En otras palabras,
"el poder de Cristo"
se refiere a la paciencia de Cristo,
se refiere a la capacidad de Cristo
para soportar toda clase de sufrimientos.
Esta claro, que gozarnos en nuestras debilidades
nos hace parecidos o iguales a Cristo,
en cuanto a la capacidad para soportar
toda clase de sufrimientos.
¿Qué sería hoy de nuestras vidas
si Cristo no hubiera soportado sus sufrimientos?:
Comamos y bebamos
que mañana moriremos.
La capacidad de Cristo para soportar
toda clase de sufrimientos,
hizo posible nuestra salvación.
¿Se gloriaba Cristo en sus debilidades?:
Claro que sí.
Esa era su fortaleza.
El poder de Dios se perfeccionó en Cristo
a través de los sufrimientos de Cristo.
Cristo no le huía a sus sufrimientos
como lo hago yo.
Cristo los aceptaba con paciencia,
y se gozaba de hacer lo que su Padre le ordenaba.
"...Aunque ahora por un poco de tiempo,
si es necesario,
tengáis que ser afligidos en diversas pruebas,
para que sometida a prueba vuestra fe,
mucho más preciosa que el oro,
el cual aunque perecedero se prueba con fuego,
sea hallada en alabanza, gloria y honra,
cuando sea manifestado Jesucristo,...".
1P.1:6-7
¡Bendiciones!
que torpedean la lógica humana.
Gozarse en las debilidades
va contra la lógica humana.
Nos gloriamos con facilidad
en nuestros dones naturales.
¿Acaso no es agradable decir:
¡Soy genial!,
o ¡qué inteligente soy!,
o ¡qué creativo soy!?
Gloriarse en sí mismo
no va contra la lógica humana.
Nos gloriamos con facilidad
en la carne.
Por ejemplo:
en lo que poseemos,
en lo que hemos logrado en la vida
con nuestras fuerzas.
Gloriarse en sí mismo infla al corazón humano.
Gloriarse en sí mismo
puede exaltar desmedidamente.
Gloriarse en sí mismo produce soberbia y orgullo.
No olvidemos que Dios resiste a los soberbios
y da gracia a los humildes (Santiago 4:6).
Ya conocemos el caso de Daniel y del rey Nabucodonosor, en Babilonia.
Yo conozco mis debilidades.
Aún no he aprendido
a gloriarme en ellas.
Humanamente puedo argumentar:
¿Cómo voy a gloriarme de algo que me causa dolor?
¿Cómo voy a gozarme en algo que me hace sufrir?
¿Cómo voy a exaltarme en algo que me ha costado tantas lágrimas?
En realidad rechazo mis debilidades.
No las quiero tener.
Mis debilidades me estorban.
Mis debilidades son como sucio en mis ojos.
Ellas me hacen sentir pequeño, débil, frágil, ciego...
En mis debilidades me siento indefenso, desprotegido.
En mis debilidades soy fácil de herir.
Por eso las escondo.
Me avergüenzo de ellas.
No hablo con facilidad sobre ellas.
Menos aún me glorío en ellas.
Por eso me molesta mucho
que la Palabra de Dios me invite
a gloriarme en mis debilidades.
Para mí es algo desagradable
gloriarme en mis debilidades.
Pero es la Palabra de Dios,
del Santo de Israel,
la que me invita a gloriarme en mis debilidades.
La Palabra de Dios me invita
a gozarme en mis debilidades,
a alegrarme de ellas,
a sentirme bien en ellas y con ellas,
y no a odiarlas.
Si esa invitación me molesta,
es porque no he entendido
lo que significa gloriarse en las debilidades.
Tiene que ser que aún no he captado en sentido
de esa enseñanza de Pablo.
De algo estoy totalmente convencido:
Dios no quitará de mí mis debilidades.
Pues he orado durante décadas
para que Dios arranque de mi existencia
mis debilidades.
Hasta ahora sin respuesta.
No veo ninguna intención de Dios
de librarme de mis debilidades.
Así que he optado por buscar el sentido
de la enseñanza de Pablo acerca de las debilidades.
La segunda carta de Pablo a los corintios dice
que "El poder de Dios se perfecciona en la debilidad"
(2Co.12:9).
Dios, el Santo de Israel, necesita mis debilidades
para perfeccionar su poder en mí.
Es esta la razón por la cual Dios
no retirará mis debilidades de mi existencia.
Ahora necesito entender lo que significa:
"El poder de Dios se perfecciona en la debilidad".
2Co.12:9 lo explica: "De buena gana me gloriaré
más bien en mis debilidades,
para que repose el poder de Cristo sobre mí".
O sea, Dios perfecciona su poder en mí
cuando el poder de Cristo reposa sobre mí.
Ustedes me dirán:
¿no has llegado muy lejos?.
Aún seguimos sin entender.
Ahora explica lo que significa
"para que el poder de Cristo repose sobre mí".
Lo importante aquí es entender lo que significa "el poder de Cristo".
2Co.12:10 lo explica:
"Por amor a Cristo me gozo en las debilidades,
en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias;
porque cuando soy débil, entonces soy fuerte".
Sinónimo de debilidades en 2Co.12:10 son:
afrentas, necesidades, persecuciones, angustias.
Sentirme gozoso cuando tengo afrentas,
o cuando padezco necesidades,
o cuando padezco persecuciones,
o cuando padezco angustias,
me hace fuerte.
Y esa fortaleza es lo que significa "el poder de Cristo".
El poder de Cristo
es la fortaleza que siento
cuando me gozo en las debilidades.
En otras palabras:
En mis debilidades soy débil en la carne.
Esto no lo puedo negar.
Pero el gozo en mis debilidades
me hace fuerte.
Dios perfecciona su poder en mí
a través del proceso
de aprender a gloriarme en mis debilidades.
También puedo decir:
El poder de Cristo reposa sobre mí
cuando he aprendido a gozarme en mis debilidades.
Dios perfecciona su poder en mí
a través de la fortaleza que siento
cuando me gozo en mis debilidades.
Está claro que el poder de Cristo
se refiere a la actitud de Cristo
frente a las afrentas,
o a la forma como Cristo se comportaba
cuando padecía necesidades,
o a la forma como Cristo respondía
cuando sufría persecuciones,
o a la forma como Cristo se comportaba
cuando padecía angustia.
En otras palabras,
"el poder de Cristo"
se refiere a la paciencia de Cristo,
se refiere a la capacidad de Cristo
para soportar toda clase de sufrimientos.
Esta claro, que gozarnos en nuestras debilidades
nos hace parecidos o iguales a Cristo,
en cuanto a la capacidad para soportar
toda clase de sufrimientos.
¿Qué sería hoy de nuestras vidas
si Cristo no hubiera soportado sus sufrimientos?:
Comamos y bebamos
que mañana moriremos.
La capacidad de Cristo para soportar
toda clase de sufrimientos,
hizo posible nuestra salvación.
¿Se gloriaba Cristo en sus debilidades?:
Claro que sí.
Esa era su fortaleza.
El poder de Dios se perfeccionó en Cristo
a través de los sufrimientos de Cristo.
Cristo no le huía a sus sufrimientos
como lo hago yo.
Cristo los aceptaba con paciencia,
y se gozaba de hacer lo que su Padre le ordenaba.
"...Aunque ahora por un poco de tiempo,
si es necesario,
tengáis que ser afligidos en diversas pruebas,
para que sometida a prueba vuestra fe,
mucho más preciosa que el oro,
el cual aunque perecedero se prueba con fuego,
sea hallada en alabanza, gloria y honra,
cuando sea manifestado Jesucristo,...".
1P.1:6-7
¡Bendiciones!
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